Polvo eres y el polvo te comerás
Sana dolores de cabeza, tuberculosis o asma; rejuvenece a los ancianos, embellece a las mujeres y acaba con la apatía sexual. Parece increíble que un producto posea tal eficacia, pero los alquimistas han atribuido durante centurias una larga lista de virtudes al polvo de momia.
En el siglo XIV, algunos médicos comenzaron a confiar en las propiedades curativas de los cadáveres embalsamados y posteriormente machacados. Denominado mumia, ocupó un lugar preferente en las boticas renacentistas y el propio Paracelso la alababa al recordar que “no hay mejor remedio para el cuerpo humano que el propio cuerpo humano reducido a medicamento”. Hasta el siglo XIX, el tráfico de momias fue tal, que algunos alquimistas recomendaban robar un cadáver, secarlo al sol, salarlo, aromatizarlo y... ¡ya tenían un remedio casero!
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